El dinero sucio y el Galgo español. Por nuestro gran amigo Eduardo de Benito
EL DINERO SUCIO Y EL GALGO ESPAÑOL
Historia del mayor daño ecológico cometido contra una raza española
© Eduardo De Benito
¿Cómo ganar dinero con apuestas cuando las apuestas en España son ilegales? El fundador de la RSCE encontró el modo de hacerlo perjudicando al Galgo Español
Prohibidas por la Ley las apuestas en España un grupo de personal relacionadas por amistad o familia idearon el modo de enriquecerse mediante apuestas disfrazadas de obras de interés cultural para la sociedad. En el libro sobre el centenario de la RSCE podemos leer en la página 87: «Ese año (1930) se volvió a celebrar la Exposición de Madrid, pero sin observar un repunte en las inscripciones, al tiempo que se fundaba el Club Deportivo Galguero, formado por muchos de los principales aficionados a las carreras de galgos y que pretendía instaurar en España las carreras con liebre mecánica, al estilo del Greyhound Racing inglés. En 1930, el 2 de abril, el Club Galguero celebra sus primeras carreras en Madrid con la presencia del Rey D. Alfonso XIII y gran afluencia de público, entre otras cosas por haberle sido autorizado oficialmente el establecimiento de apuestas mutuas. El Club Deportivo Galguero fue reconocido oficialmente como el organismo rector de todo lo concerniente a las carreras de galgos, tanto en pista como en campo, recibiendo el apoyo entusiasta de los dirigentes de la Sociedad».
Este año 1930 fue fatídico para el Galgo Español, pues representó la culminación de un delito ecológico iniciado una década antes. Me puso en la pista de lo que a continuación voy a narrar un artículo aparecido en el diario «El Mundo» el 18 de febrero de 2017 sobre el «Caso Nos» que afectaba a Urdangarin y la Infanta Cristina. Decía el diario: ¿Quién le iba a decir a la Infanta Cristina que tendría una vida paralela a la de su bisabuelo? En 1929, el Monarca y un grupo de amigos fundaron el Club Deportivo Galguero Español para hacerse con la concesión en exclusiva de las carreras de galgos en España. Aparentemente, se trataba de una institución sin ánimo de lucro; las ganancias debían destinarse al fomento del galgo nacional y de la Beneficencia. El negocio les duró un año, pero, tal y como revelaba el auto judicial descubierto por el periodista José María Zavala, en lugar de cumplir con los fines sociales del Club Galguero, el Monarca (representado en el Consejo de Administración por su apoderado Carlos Mendoza) y su camarilla recibían los fondos a través de la sociedad Liebre Mecánica».
CONOZCAMOS LA VERDAD SOBRE LOS GALGOS HISPANO INGLESES
El 8 de abril de 1932 el diario «Heraldo de Madrid» creaba un estado de ansiedad entre los aficionados a los galgos. Su portada, en un titular de gruesa tipografía, titulaba: «Una gravísima denuncia ante la Comisión de Responsabilidades. La camarilla regia ha explotado en España fraudulentamente, con el apoyo de don Alfonso de Borbón, el fabuloso negocio de las carreras de galgos en pista con apuestas mutuas. Entre los acusados figuran el conde de Lérida, fundador de la RSCE, los duques de Alba, Pastrana y Montalvo, el marqués de Villabrágima, el conde de la Dehesa y el vizconde de Altamira»
¿El conde de Lérida?, se preguntará cualquier buen aficionado a los perros de raza en España. ¿Qué papel jugaba el fundador de la RSCE en aquella denuncia en la que el diario le implicaba personalmente? El conde de Lérida era el vicepresidente del Club Deportivo Galguero Español.
El denunciante, José de Arrizavalaga Mendoza, afirmaba que Álvaro de Figueroa y Alonso Martínez, marqués de Villabrágima había fundado en 1929 una sociedad mercantil denominada «Club Deportivo Galguero Español», declarando sus fines como deportivos. Paralelamente un colaborador suyo Carlos Luis de Izaguirre, marqués de Villabrágima constituyó una sociedad anónima con un capital de 100.000 pesetas que denominó «Liebre Mecánica», cuyo objeto social era la explotación de las carreras de galgos en pista. El siguiente paso que dio el marqués de Villabrágima fue la adquisición de la mayoría de las acciones de la sociedad propietaria del Stadium Metropolitano, campo de futbol donde jugaba el Atlético de Madrid.
Aquí entró en juego otro socio de los anteriores, el duque de Pastrana, que en calidad de presidente del Club Deportivo Galguero Español solicitó al Ministerio de Fomento permiso para «organizar en España las carreras de galgos en pista, bajo la indeclinable base de que todos los beneficios que produjera se dedicaran íntegros y sin la menor idea de lucro al fomento de la raza del galgo español». El 26 de abril de 1930 el ministro de Fomento, por Real Orden, accedió a esta solicitud.
Los implicados presentaron ante la Dirección General de Seguridad, que dirigía el general Emilio Mola, solicitud para celebrar carreras de galgos en pista con apuestas mutuas «CON LA CONDICIÓN DE QUE EL PRODUCTO DE ELLAS LO DESTINARA EL CLUB DEPORTIVO GALGUERO ESPAÑOL AL FOMENTO DEL GALGO ESPAÑOL, SIN LA MENOR IDEA NI POSIBILIDAD DE LUCRO».
Aquí se hace evidente el motivo de la denuncia presentada por José de Arrizavalaga, quien afirmaba en su escrito que se cedió «fraudulenta y dolosamente la organización de las carreras de galgos en pista, el producto íntegro de este espectáculo y las apuestas mutuas en él a la sociedad mercantil anónima Liebre Mecánica, y al propio tiempo esta sociedad concertó un arriendo fabuloso del “Stadium Metropolitano”».
EL CLUB DEPORTIVO GALGUERO ESPAÑOL
En la revista “Crónica” en 1930, el marqués de Villabrágima escribe: “Las carreras de galgos tenderán a depurar las razas españolas. Para ello los 150 socios que componemos el Club Deportivo Galguero nos hemos reunido para intentar un mejoramiento del galgo español, que es uno de los más bellos e inteligentes animales que se conocen. No se trata de implantar un negocio, sino de contribuir a una finalidad deportiva y españolísima”
Uno siente vergüenza al leer estas palabras. El Comité Directivo del Club Deportivo Galguero estaba compuesto por el duque de Pastrana como presidente y de vicepresidentes el conde de Lérida y duque de Hornachuelos. Aunque pronto se hizo evidente que el Galgo Español estaba siendo perjudicado, la opinión más extendida era que el Club Deportivo Galguero tenía capacidad de solventar el problema. En la «Revista Cinegética Ilustrada» de octubre 1930, leemos: «Este afán de traer perros ingleses constituye una amenaza para el galgo español, dada la manía absurda de los galgueros de los pueblos de no conservar los machos, y, naturalmente, esa pura sangre ingleses amenazan con acabar de abolir lo productos españoles. Es muy difícil hoy encontrar un semental español puro, que son muchos los criadores que estarían dispuestos a pagar por él buen precio»
Era manifiesto que el daño ecológico ya se estaba produciendo con efectos tan perniciosos que en tan temprana fecha los entendidos opinaban que recuperar el galgo español sería una labor titánica o casi imposible.
GALGOS INGLESES VERSUS ESPAÑOLES
Las capacidades físicas del galgo español son las apropiadas para la caza de la liebre en campo abierto, su inteligencia natural le lleva a no seguir una liebre mecánica dando vueltas en un circuito circular como un autómata. Es un animal con mucha picardía cinegética. Esto hacía que no resultase el tipo de galgo más apropiado para el negocio de las carreras en canódromo.
El marqués de Villabrágina, mediante el «Club Deportivo Galguero Español» adquirió en Inglaterra varios lotes de Greyhound (galgo inglés) pertenecientes a líneas de sangre que ya corrían en pista. Fue el 24 de julio de 1926 cuando se celebró en Manchester, el primer encuentro británico de galgos en el que los perros perseguían una liebre artificial propulsada eléctricamente. El deporte ganó popularidad rápidamente y en una década había 200 pistas que atraían a más de 32 millones de espectadores al año. Aquello era un negocio fabuloso y el marqués de Villabrágina y sus socios, incluido el conde de Lérida, sabedores de que las apuestas estaban prohibidas por ley en España, urdieron un modo de esquivar la legalidad.
Paralelamente el «Club Deportivo Galguero Español» solicitó a la Dirección General de Seguridad los permisos necesarios para retener el 17 por ciento del importe bruto de las apuestas, alegando que sus fines eran exclusivamente deportivos y no perseguían otro beneficio que la mejora racial de los galgos españoles.
Hoy, que conocemos la realidad de los hechos, no puede dejar de asombrarnos o enojarnos, según el talante de cada uno, ver cómo se estaba perpetrando el mayor crimen ecológico cometido sobre una raza canina española.
LAS CARRERAS EN PISTA
Cada día se celebraban ocho carreras de galgo, que generaban cuantiosas ganancias. Ingresos incrementados por el precio de las entradas del numeroso público que abarrotaba las gradas del Stadium Metropolitano. Las carreras de galgo en pista fueron el deporte con apuestas más popular en los años anteriores a la Guerra Civil de 1936. Y todo este entramado quedaba cubierto por la aparente labor desinteresada del «Club Deportivo Galguero Español». Según el denunciante, José de Arrizavalaga Mendoza, esta fortuna terminaba en las manos de los accionistas de «Liebre Mecánica» y de «Stadium Metroplitano», quienes dice que obtuvieron un beneficio superior a los tres millones de pesetas. En la moneda actual rondaría los siete millones de euros. Ante lo productivo del fraudulento negocio el marqués de Villabrágima creó filiales de la empresa en varias provincias españolas y facilitó la construcción de canódromos, los primeros en Valencia y Palma de Mallorca.
El impacto social de las carreras de galgos fue considerable en los años anteriores a 1936, pues las apuestas deportivas atraían a una masa social muy grande necesitada de mejorar su precaria situación económica. La prensa bautizó las carreras de galgos como «el hipódromo de los pobres», remedo de las selectas y exclusivas carreras de caballos, cuyas apuestas era inasequibles para el ciudadano de clase media. Un gran aficionado a los caballos con cuadra propia fue el conde de Lérida. En torno a los galgos hispano-ingleses que «fabricaba» el «Club Deportivo Galguero Español» había un abigarrado universo de apasionados por las apuestas, la crianza de perros galgos mestizos y el espectáculo de las carreras.
Un sector de la sociedad española estaba en contra de las apuestas deportivas por el daño económico que ocasionaba a las familias más humildes, en especial destacados sectores de la Iglesia. Para evitar críticas y posibles responsabilidades penales los organizadores de las apuestas galgueras consideraron que se hacía necesario poner al frente del negocio alguna persona sobre la que pudiera recaer las responsabilidades en caso de llegar a producirse. El elegido fue Enrique Zimmermann. Era éste un empresario venezolano con negocios relacionados con los espectáculos y organizador de las primeras carreras de galgo en pista de Sudamérica. Las tres sociedades: Club Deportivo Galguero Español, Liebre Mecánica y Stadium Metropolitano, le ofrecieron la cesión por cinco años la explotación de las carreras de galgos en España.
LA AVENTURA DE ENRIQUE ZIMMERMANN
Una semana después de la denuncia «Heraldo de Madrid», reprodujo una carta dirigida por Enrique Zimmermann a su director, en la que afirmaba que, hallándose en Montevideo, había recibido un comunicado de la sociedad Liebre Mecánica proponiéndole celebrar un contrato exclusivo de arrendamiento para explotar en España las carreras de galgos en pista.
El contrato de cesión se firmó el 16 de octubre de 1931. Zimmermann había llegado a Madrid a primeros de octubre de ese año. Dos días antes de la firma del contrato, el 14 de octubre, el Club Deportivo Galguero Español cedió mediante contrato a Liebre Mecánica «la totalidad de los ingresos que por todos los conceptos se obtuvieran de todas las carreras que se organizasen, como entradas, inscripciones, porcentaje de apuestas» según obra en los informes judiciales
El contrato fue protocolizado el 11 de noviembre ante el notario de Barcelona Alfredo Arias de Miranda. En el mismo Liebre Mecánica, Stadium Metropolitano y el Club Deportivo Galguero, arrendan a Zimmermann la explotación de las carreras de galgos con apuestas mutuas en Madrid a cambio del pago de 450.000 pesetas durante cada uno de los dos primeros años, y de otras 600.000 pesetas en cada uno de los tres posteriores (cláusula sexta); para provincias, se fijó una participación en el canon de las apuestas mutuas.
La Junta Directiva del Club Deportivo Galguero Español, entidad a través de la cual se desviaban presuntamente los fondos a las otras dos sociedades, estaba compuesta por el conde de Lérida, los duques de Alba, Pastrana y Montalvo, Juan Martín, Francisco Cadenas Blanco, y el propio marqués de Villabrágima. El Consejo de Administración de Liebre Mecánica lo integraban Antonio Machimbarrena, el conde de la Dehesa de Velayos, Carlos de Izaguirre, Vicente de Altamira, y los citados Francisco Cadenas y el marqués de Villabrágima. Finalmente, Stadium Metropolitano estaba gestionado por José María Otamendi, Antonio González, Juan Bautista Coll y Juan Antonio Bravo. Los ingresos que recibieron por el arredramiento a Zimmermann les supusieron una ganancia de 5,4 millones de pesetas (11 millones de euros)
Cuando Zimmermann se dio cuenta de lo turbio del negocio en que había invertido, según sus palabras, «ya que, burlando la legalidad dicho documento [el contrato], y con falsas manifestaciones, se había concertado sorprendiendo mi buena fe, un negocio de juego expresamente prohibido en España, y que sólo por un artificio pseudolegal intentaba practicarse por las tres sociedades», presentó una denuncia formal ante la Comisión de Responsabilidades, el 20 de abril de 1932.
La Comisión de Responsabilidades, considerando que los hechos expuestos podían ser constitutivos de delito común, optó por inhibirse y envió la denuncia al fiscal general de la República, quien a su vez la remitió al Juzgado de Guardia y éste finalmente al Juzgado de Instrucción número 10, que empezó a incoar el sumario número 484 de 1932.
El 6 de noviembre de 1933 Enrique Zimmermann y la Asociación de Propietarios de Galgos de España presentaron un escrito pidiendo que se procesase a los acusados por considerar que los cargos contra ellos estaban plenamente demostrados tras las diligencias de ocupación de documentos practicadas en la sede de Stadium Metropolitano por orden judicial. Sendas resoluciones de los Ministerios de Gobernación y Agricultura amparaban su denuncia al declarar fraudulenta la actuación de los directivos del Club Deportivo Galguero Español que dirigía el conde de Lérida. Aparentando que el Club Deportivo Galguero, sin ánimo alguno de lucro, era filial de la Real Sociedad Central deFomento de las Razas Caninas en España, entidad regulada por el Estado con carácter oficial y bajo Patronato Real.
DENUNCIADOS: don Manuel Álvarez de las Asturias Bohorques, ex conde de Lérida; don Jacobo Stuart y Falcó, ex duque de Alba y ex ministro de la Corona; don Álvaro de Figueroa y Alonso Martínez, ex marqués de Villabrágima; don Luis de Figueroa y Alonso Martínez, ex conde de la Dehesa de Velayos; don Carlos de Mendoza Sáez de Argandoña; don José Otamendi Machimbarrena; don Rafael de Bustos y Ruiz de Arana, ex duque de Pastrana; don Fernando de Bustos y Ruiz de Arana, ex duque de Montalvo; don Agustín Hernández Francés, ex vizconde de Altamira; don Francisco Cadenas Blanco; don Joaquín Losada; don Juan Martín Gómez; don José Antonio Machimbarrena; don Domingo Rueda Muñiz; don Nicolás Cotoner; don Miguel Fonts Masieu, abogado del Estado en funciones en Palma de Mallorca; don Pedro Dezcallar, y don Rafael Lacy. (El título nobiliario aparece con el prefijo «ex» porque la II Repúblico anuló todos los títulos de la monarquía)
En la sesión de las Cortes Parlamentarias del 1 de abril de 1933, el Diputado José Manteca Roger, del Partido Republicano Liberal Demócrata de Melquíades Álvarez, trató sobre esta presunta estafa. No transcribo el acta de su intervención por lo tedioso, pero concluye rogando al Ministro de Justicia que active el asunto por decoro de la República. El Tribunal Supremo en pleno, en Auto del 28 de abril de 1933, se declara competente para conocer en única instancia el Sumario originado en el proceso por el Club Galguero Español por los delitos de malversación, fraude y estafa, constituyéndose en Sala de Justicia. El 6 de diciembre de 1933 el magistrado Mariano Luján, delegado para la instrucción, eleva su informe al Supremo considerando probadas las acusaciones formuladas por Enrique Zimmermann.
La declaración del conde de Lérida, don Manuel Álvarez de las Asturias Bohorques. Vicepresidente del Comité del Club Galguero aparece en la Pieza cuarta del Sumario, folios 816 a 819. Ramo de documentos, folio 57. Acta del Comité del Club Galguero de 6 de mayo de 1930.
INFORME DEL JUEZ MAGISTRADO MARIANO LUJÁN
(transcripción del documento oficial)
«INFORME que eleva al Tribunal Supremo en Pleno, constituido en Sala de Justicia, el Juez de Instrucción número 10, que por delegación instruye el Sumario número 484 de 1932 del antiguo distrito de la Universidad, por los delitos de asociación ilícita, juego prohibido, malversación, estafa, prevaricación y falsedad.
«De lo actuado hasta la fecha, aparece comprobado lo siguiente:
1.º Por el mes de diciembre de 1926, varias personas concibieron, con manifiesta intención de lucro, la implantación en España de la explotación, con carácter de exclusiva, de las carreras de galgos en pista con apuestas mutuas, mediante un aparato o liebre eléctrica [en cursiva en el original], cuyos grandes rendimientos en el extranjero conocían.
Dichas personas, asimismo, conocían la imposibilidad legal de establecer ese negocio sin una autorización del Gobierno, de difícil consecución a la sazón, dada la índole del asunto, por la rigurosa prohibición del juego, confiando, sin embargo, a ese efecto la influencia que la elevada posición social y política de alguna de las personas dichas pudiera ejercer sobre el Gobierno (sesiones del Consejo de Stadium Metropolitano S. A. de 7 de diciembre de 1926 y 6 de julio de 1927 y citas posteriores).
2.º Para llevar a efecto sus propósitos, a través de D. Jacobo Stuart y Falcó, ex Duque de Alba, y de D. Carlos de Mendoza Sáez de Argandeña, accionistas ambos de Stadium Metropolitano, propusieron al Consejo de Administración de la misma su colaboración en la realización del negocio que había de implantarse en el campo de deportes de Stadium, propiedad de la expresa empresa, cuya situación económica era crítica por entonces (actas del Consejo de Stadium ya citadas y de 7 de febrero de 1927, y carpeta de la I.G.R.A. 1927 a 1929, folios 135, 136 a 138).
3.º Practicadas por el Consejo de Administración del Stadium las informaciones y gestiones que estimó oportunas, incluso la de enviar a Londres, para estudiar los aspectos técnicos y administrativos del negocio, a su presidente, D. Carlos L. de Eizaguirre (fallecido), y previas negociaciones con el grupo iniciador y especialmente con uno de los elementos más caracterizados, D. Luis de Figueroa y Alonso Martínez, ex Conde de la Dehesa de Velayos, fue aceptada en principio la proposición antes dicha, a reserva de su organización completa y definitiva (actas de Consejos de Stadium citadas y las de 28 de febrero, 10 de marzo de 1927, carpeta de la I.G.R.A., 1927 a 1929, folios 112, 113, 115, 116, 117, 124, 126, 131, 132 y 134; ramo de documentos folio 63, 65 a 70, 72 y 81 a 83).
4.º Las apuestas mutuas en las carreras constituían la base determinante del negocio, y su gestión se inicia al comenzar las conversaciones antes mencionadas, encomendándose el encargo de ello a D. Jacobo Stuart y Falcó, ex duque de Alba, por la mediación de D. Carlos de Mendoza (sesión del Consejo del Stadium de 6 de julio de 1927 y carpeta de I.G.R.A., 1927 a 1929, folio 113).
La concesión de las apuestas dichas es la constante preocupación de los organizadores (carpeta de la I.G.R.A., folios 94, 95, 101, 115, 148, 154, 432, 487 vuelto, 489 vuelto, 491 a 493 vuelto, 495 vuelto y 496 vuelto, y sesiones del Consejo del Stadium de 26 de abril de 1928 y de Liebre Mecánica de 21 de septiembre de 1929). A pesar de las gestiones referidas, la esperanza de conseguir la correspondiente concesión se vio defraudada por la actitud del entonces Jefe del Gobierno, General Primo de Rivera, atravesando este asunto por el mes de diciembre de 1927 por tales vicisitudes, que hacían presumir la imposibilidad durante algún tiempo de obtener las apuestas, vicisitudes que más tarde hicieron pensar a D. Álvaro de Figueroa y Alonso Martínez, ex marqués de Villabrágima, en acogerse, entre tanto, a la gestión de una subvención del Estado, «según en más de una ocasión había indicado P. de R.».
Es probable que el deseo de allanar aquellas dificultades influyera en el ánimo de los elementos dirigentes, al proyectar la organización del negocio de carreras de galgos en la forma que se expondrá a continuación.
5.º El Consejo de Administración de Stadium, entrando ya en periodo de formalización, elaboró un proyecto orgánico de coordinación de los diferentes elementos interesados para la realización del negocio, proyecto que fue presentado por el director de Stadium, D. Joaquín Losada, en la sesión del Consejo de 28 de julio de 1927, y en el que en síntesis se consigna lo siguiente:
Primero: Creación de un Club exclusivamente deportivo (a través del cual habrían de obtener la exclusiva de organización de carreras y la autorización de apuestas mutuas en ellas).
Segundo: Constitución de una sociedad mercantil anónima, que se denominará Liebre Mecánica S. A., de estructura análoga a la de Stadium Metropolitano S. A., a fin de facilitar posteriormente la fusión de ambas.
Tercero: La sociedad mercantil dicha, una vez adquirida la patente del mecanismo de la liebre eléctrica, celebrará un contrato con el Club Deportivo Galguero, por el que éste traspasará a aquélla el derecho de explotar industrialmente las pistas y de servirse de las apuestas mutuas, al objeto de que los beneficios que se obtengan sean para la sociedad mercantil Liebre Mecánica Eléctrica.
Cuarto: Alternativamente:
a) Compra del Stadium Metropolitano por Liebre Eléctrica.
b) Arrendamiento del Stadium por Liebre Eléctrica durante cinco años, con opción de compra a favor de Liebre.
Quinto: Stadium Metropolitano S. A. ayudará a las gestiones que se hagan para ultimar todo lo referente al asunto.
El expresado proyecto fue aprobado por el Consejo, que acordó someterlo a los elementos interesados iniciadores del asunto, quienes debieron dar su asentimiento al mismo por el mes de agosto de aquel año de 1927 (acta del Consejo de Stadium de 28 de julio de 1927, y ramo de documentos, folio 86).
Sexto: Concertados los elementos colaboradores y de acuerdo en la escritura a que había de adaptarse la organización del negocio, con arreglo al proyecto del Consejo de Stadium, en 3 de enero de 1928, por D. Francisco Cadenas Blanco y D. José Ramón de Hoces Dortico-Marín, ex duque de Hornachuelos, se constituyó el Club Deportivo Galguero, diciendo obran los dichos señores en nombre propio y en el del ex duque de Medinaceli, ex conde de Lérida, ex duque de Alba, ex duque de Alburquerque, ex conde de Rincón, ex duque de Pastrana, ex marqués de Villabrágima, ex vizconde de Altamira, y D. Manuel Romero de Tejada. Hicieron constar que el Club tenía por fin la organización y fomento de las carreras de galgos, sin propósitos de lucro; que todos los ingresos se dedicarían al fin social, renunciando los socios a todos los beneficios, y que a la disolución del Club, el importe de sus bienes y valores se destinaría a la Beneficencia (pieza 3.ª del Sumario, folio 614). Con ello quedó cumplido el primer apartado del proyecto de Stadium.
Este Club, sin embargo, no empieza a actuar hasta más de dos años después, en marzo de 1930, a raíz de haberle sido concedida la exclusiva de la organización de apuestas (primera acta del Consejo del Club Galguero de 11 de marzo de 1930).
Séptimo: A continuación transcurre casi un año en que por la tardanza en constituirse Liebre Mecánica, en desembolsar sus componentes la aportación económica convenida y por los inconvenientes surgidos por la obtención de las apuestas, se demora la realización del proyecto, si bien continúa Stadium su correspondencia con míster Munn, propietario de la patente de la liebre, encaminada a completar los proyectos y presupuestos de instalación y precisar las condiciones de adquisición, tanto del aparato como del uso de la patente (ramo de documentos, folios 93 al 107; carpeta de I.G.R.A. de 1927 a 1929, folios 86 al 103, y actas del Consejo de Stadium de 13 de diciembre de 1927, 30 de enero, 27 de febrero, 22 de marzo, 26 de abril, 14 de mayo, 2 de junio y 13 de diciembre de 1928).
Por fin, en 2 de enero de 1929, D. Álvaro de Figueroa y Alonso Martínez, ex marqués de Villabrágima, y D. Carlos Luis de Eizaguirre (fallecido), presidente del Consejo de Administración de Stadium, constituyendo la sociedad mercantil anónima Liebre Mecánica S. A., manifestando que el objeto del fin social es la explotación de las carreras de perros y deportes semejantes, y cuantos negocios se deriven de ellos (pieza segunda del Sumario, folio 341).
Realizada la suscripción del capital de la nueva entidad, aparecen como accionistas los inculpados D. Jacobo Stuart y Falcó, ex duque de Alba; D. Carlos de Mendoza Sáez de Argandeña, D. Álvaro de Figueroa y Alonso Martínez, ex marqués de Villabrágima; D. Luis Figueroa y Alonso Martínez, ex conde de la Dehesa de Velayos; D. Francisco Cadenas Blanco, D. Agustín Hernández Francés, ex vizconde de Altamira; D. José María Otamendi Machimbarrena, D. Juan Martín Gómez, D. Domingo Rueda Muñiz, en unión de otros a quienes no se hace referencia en el escrito de la parte querellante que motiva este informe (pieza cuarta del Sumario, folio 778).
El Consejo de Administración de la nueva sociedad quedó integrado por D. Luis de Figueroa, presidente; D. Carlos L. de Eizaguirre (fallecido), D. Juan Bautista Toll, D. Agustín Hernández Francés, ex vizconde Altamira; D. Francisco Cadenas Blanco y D. Joaquín Losada (acta del Consejo de Liebre Mecánica de 14 de enero de 1929).
Con esto quedó cumplido el segundo extremo del proyecto del Consejo de Stadium. La diferencia de denominación que se observa en el nombre de la sociedad se debe a que la incertidumbre en la concesión de las apuestas obligó a entender en el negocio con más economías, sustituyendo el aparato liebre eléctrica por otro mecánico de menor coste.
Octavo: Seguidamente, continuando el plan trazado, en 1.º de marzo del año 1929 se celebró entre Stadium Metropolitano S. A. y Liebre Mecánica S. A. un contrato de arrendamiento del campo de deportes del Stadium, si bien la opción de compra proyecto se establece a favor del Stadium y no de Liebre. Este contrato fue negociado entre el ex marqués de Villabrágima y el Consejo de Stadium, aprobado por éste en sesión de 28 de enero de 1929, y por el Consejo de Liebre de 13 de mayo de 1929. Fue suscrito por D. José María Otamendi y D. Juan Bautista Bravo, consejeros de Stadium, y D. Luis Figueroa y D. Francisco Cadenas Blanco, consejeros de Liebre Mecánica (ramo de documentos, folio 104 a 109, 112, 116, y sesiones del Consejo de Stadium en 13 de diciembre de 1928, 28 de enero y 10 de abril de 1929, y de Liebre Mecánica en 16 de enero y 13 de mayo de 1929).
En esta época, por el 26 de abril de 1929, mediante un nuevo viaje a Londres del presidente del Consejo de Administración de Stadium Metropolitano, consejero de Liebre Mecánica, D. Carlos L. de Eizaguirre, se firmó el contrato por el que esta última sociedad adquirió de míster Munn el aparato de la liebre mecánica y la concesión para España del uso exclusivo de su patente (carpeta de la I.G.R.A., 1927 a 1929, folios 54 a 83; ramo de documentos, folios 128 a 131; sesiones del Consejo de Liebre Mecánica de 7 y 21 de marzo, 15 de abril y 13 de mayo de 1929, y pieza cuarta del Sumario, folio 754).
De este modo, quedó realizado el apartado 4.º del proyecto del Consejo de Stadium y preparado el 3.º, pendiente tan sólo de que la concesión de las apuestas hiciera posible la transferencia en él consignada.
Noveno: Ya en posesión de la patente de la liebre, la S. A. Liebre Mecánica, siguiendo la trayectoria trazada, inicia el estudio del contrato a celebrar con Club Deportivo Galguero para consultar el plan de absorción de los beneficios producidos por las carreras (folios 114, 115 del ramo de documentos), aparece una carta de D. Francisco Cadenas Blanco, acompañando un esquema de contrato por el que el Club transfiere a Liebre todos sus ingresos de carreras, incluyendo el tanto por ciento de las apuestas y las subvenciones de organismos oficiales. Este contrato no se llegó a firmar hasta después de obtenidas, para las apuestas, la autorización, como más adelante se verá.
En el intermedio, la actividad de los elementos directores se emplea en el acondicionamiento del Stadium, instalación de aparatos, organización de las carreras y, sobre todo, en la gestión de las apuestas, que se estimaba lo más interesante (acta del Consejo de Liebre Mecánica de 21 de septiembre de 1929).
Décimo: Durante todo el periodo de tiempo relacionado, aunque constantemente se habla por los organizadores de la gestión de las apuestas, no aparece indicio alguno de que se produjera solicitud oficial encaminada a ese fin. Esta aparece formalizada sin acuerdo previo de Club Deportivo Galguero mediante dos instancias fechadas en 8 y 10 de abril de 1930, suscritas por el presidente del Club, D. Rafael de Bustos y Ruiz de Arana, ex duque de Pastrana, y de ellas la primera, dirigida al ministro de Fomento, se encamina a obtener el reconocimiento del Club como entidad oficial y la exclusiva para el fomento y la organización de las carreras de galgos, y la segunda, dirigida al presidente del Consejo de Ministros, solicita autorización para establecer las apuestas mutuas en las carreras de galgos, análogamente a como estaba establecida para los caballos. Estas instancias se fundamentaban y amparaban en el carácter deportivo y desinteresado del Club Deportivo Galguero, y son acompañadas de una relación de las personas que componen su Comité directivo, en la que figura D. Jacobo Stuart Falcó, ex duque de Alba, a la sazón ministro de Estado. Teniendo en cuenta las circunstancias invocadas en las solicitudes, fueron otorgadas las peticiones y autorizaciones por ellas formuladas en RR. OO. del Ministerio de Fomento de 11 de abril y 12 de mayo y del Ministerio de la Gobernación de 5 de este último mes, todas ellas del mismo año de 1930 (pieza primera, folios 325 al 392; segunda, folios 346 y 347, y quinta, folios 1.121 al 1.123).
Undécimo: Inmediatamente empieza la actuación del Club Deportivo Galguero, cuyo Comité directivo, en definitiva, fue formado por D. Rafael Bustos y Ruiz de Arana, ex duque de Pastrana, D. Manuel Álvarez de Bohorques, ex conde de Lérida; ex duque de Hornachuelos, D. Álvaro de Figueroa Alonso Martínez, ex marqués de Villabrágima; D. Joaquín Losada, D. Jacobo Stuart Falcó, ex duque de Alba; D. Adelaido Rodríguez, D. Francisco Cadenas, D. Fernando de Bustos y Ruiz de Arana, ex duque de Montalvo, y D. Juan Martín Gómez.
En 19 de julio de 1930 se firmó un contrato, en virtud del cual (cláusula 5.ª) Club Deportivo Galguero cede a Liebre Mecánica los ingresos que por todos los conceptos obtenga de las carreras de galgos, como entradas, inscripciones, jaulas, porcentaje de apuestas, etc.
Firmaron el contrato el ex duque de Pastrana, como presidente del Club Galguero, y D. Luis de Figueroa y Alonso Martínez, ex conde de Velayos, como presidente del Consejo de Liebre Mecánica.
Este contrato, a diferencia de los demás concertados por las entidades dichas, no fue transcrito en ninguna de las actas de reuniones de Consejo o Comité, y de él no hay, fuera del contrato original, otros antecedentes que alusiones al mismo y su aprobación en las actas de sesiones del Comité del Club Galguero de 11 de marzo de 1930 y de 9 de marzo de 1931, y del Consejo de Liebre de 22 de enero y 24 de junio de 1930.
Dicho contrato fue modificado, sin alteración sustancial, posteriormente, en 14 de octubre de 1931 (ramo de documentos, folios 10 y 11; actas del Consejo antes citadas y de las de Liebre de 6 a 14 de octubre y 17 de noviembre de 1931 y 4 de marzo de 1932).
De este modo quedó completa la organización concertada entre los elementos iniciadores de carreras que habían de formar y que formaron la S. A. Liebre y el Club Deportivo Galguero y el Consejo de Administración de Stadium Metropolitano.
De este último Consejo formaron parte durante la realización de los hechos expuestos D. José María Otamendi Machimbarrena, D. Juan Bautista Toll, D. Miguel Otamendi y D. Juan Antonio Bravo, excluyendo a D. Carlos L. de Eizaguirre, su presidente, que falleció después de iniciado este Sumario, y D. Luciano Urquijo y D. Manuel Rodríguez Arsuaga, que al iniciarse los hechos sumariales dejaron de pertenecer al Consejo.
En la preparación, organización y explotación de las carreras de galgos han actuado, a las órdenes del Consejo de Administración de Stadium Metropolitano y de Liebre Mecánica, el director de la primera y consejero y tesorero de la primera D. Joaquín Losada, y el gerente de ambas D. José Antonio Machimbarrena, cuyos señores no figuran como accionistas de las nombradas sociedades, de las que percibían una retribución por razón de sus cargos. Sin embargo, por su asidua y relevante intervención, más destacada en cuanto al señor Losada, no podían ignorar las características del negocio y los propósitos de los que en él participaban.
Doceavo: Fueron inauguradas las carreras en 12 de abril de 1930 (sesión Consejo de Liebre de 29 de abril de 1930), desde cuya fecha, hasta el 21 de marzo de 1932, en que por orden gubernativa quedaron prohibidas (pieza segunda del Sumario, folio 347), han sido percibidos por Liebre Mecánica cuantos ingresos han producido las carreras organizadas por el Club Deportivo Galguero, según consta de la cuenta de carreras, al folio 441 del Sumario (pieza segunda).
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