ABANDONO SECULAR DE LOS PERROS DE PASTOR POR LA REAL SOCIEDAD CANINA

 ABANDONO SECULAR DE LOS PERROS DE PASTOR POR LA REAL SOCIEDAD CANINA

© Eduardo De Benito
El fundador de la RSCE, Conde de Lérida, era habitual expositor de foxterrier en las exposiciones francesas, por tanto, debía conocer de primera mano la labor llevada a cabo por la cinofilia gala para la recuperación y estandarización de las razas caninas francesas de perros de pastor. Esto hace especialmente dolosa la inacción de la RSCE con los perros de pastor españoles. La primera exposición canina francesa se celebró en París en 1863, de los dieciséis perros pastores expuestos, trece eran perros pastores franceses. Los perros de pastor fueron estudiados por Pierre Mégnin en «Le chien, histoire et médecine», en 1883. En Inglaterra el «Antiguo perro de pastor inglés» (Bobtail) se exhibió por primera vez en 1873 y fue un éxito entre el público y otros expositores. La lectura del libro «100 Años de Historia», autopublicación de la RSCE, es el mejor testimonio del olvido al que la asociación ha sometido a los perros de pastor español. Si los buscas, no los encontrarás.
En diversas ocasiones he denunciado el desinterés histórico que mostró la RSCE en la sistematización, recuperación y reconocimiento de los perros de pastor españoles. Su labor se limitó al reconocimiento del Pastor Catalán (Gos d'atura català) por presión de la Real Sociedad Canina de Cataluña. Los directivos y aficionados de la asociación catalana tenían una visión más ambiciosa y moderna que los de Madrid. Era el resultado de las importantes exposiciones caninas que se celebraban en Barcelona y en las que la presencia de perros, criadores y cinólogos franceses era frecuente. Entre los cinólogos catalanes de esos años merece destacarse a Jenaro Labandera, fundador en 1928 de la revista «La Caza», subtitulada «Revista mensual ilustrada cinegética y canina» y traductor al castellano de dos interesantes libros del cinólogo francés Dr. Bommier, especialmente «El Perro de Raza», la publicación sobre perros en castellano más interesante anterior a 1936. Se trata de una traducción de «Pour le bon et beau chien», una divulgación científica y deportiva que estudia la anatomía, psicología y estética del perro moderno. El libro contiene un amplio prólogo de Labandera que en sustancia es una feroz crítica a la inacción de la RSCE en materia de selección canina. Jenaro Labandera tuvo en la posguerra, año 1947, un programa en Radio Barcelona sobre caza y perros de raza.
Labandera era corresponsal en España de la revista francesa «L’Eleveur” y actuaba a la vez como corresponsal español para la publicación gala. P. Megnin actuó como enlace, facilitando amplia información sobre las exposiciones en Francia, Bélgica e Inglaterra. Además, en «La Caza» colaboraron dos importantes cinólogos galos, J. Dhers y C. Tournemine. La finalidad de su revista era, según declara Labandera, la difusión en España de los perros de pura raza y combatir a los comerciantes de perros de los macrocriaderos alemanes que eran los únicos proveedores de los aficionados españoles en esos años. También fue Labandera uno de los impulsores y organizadores de la primera exposición canina que se celebró en Barcelona. Hombre de ideas progresistas, escribía cosas tan inteligentes como: «Siendo el perro un producto cotizable y susceptible, además, de aumentar o disminuir su valor, según sea más o menos acusada su perfección física y sus aptitudes para el uso especial que, según la raza, se halle destinado, es incuestionable que, a los elementos interesados en su producción, la multitud de aficionados de un país deben mirarlos como propulsores de riqueza”. La cría de perros era una profesión respetable en aquellos países con un fuerte desarrollo cinológico, como el Reino Unido o Francia. ¡Trataba de que España no fuese diferente!
El interés por los perros de pastor españoles venía siendo solicitado por aquellos interesados en nuestra ganadería desde muchos años antes de la fundación de la RSCE. Esto hace especialmente doloso el desinterés de la asociación madrileña por estas razas caninas, pues sus dirigentes no podían desconocer tales textos... ¡salvo que fueran unos indocumentados en cinología!. Uno de nuestros más importantes periodistas, Ángel Fernández de los Ríos (1821-1880), diputado en Cortes y Senador, fundó «El Agricultor Español» (1851) junto al Conde de Rault y de Ramsault. El Conde de Rault durante diez años viajó por toda Europa para conocer sus sistemas de producción ganadera y a su vuelta a nuestro país aprovechó sus conocimientos para difundirlos entre nuestros ganaderos mediante la citada revista. Fernández de los Ríos fue también fundador de otra interesante publicación, la «Revista Semanal de Agricultura», en 1852, que se convirtió en órgano oficial de la «Asociación General de Ganaderos». Desde sus páginas señaló en numerosas ocasiones el valor para la industria ganadera española de los perros careas. Otras publicaciones que divulgaron la necesidad de seleccionar y depurar perros de pastor entre las razas caninas españolas en el siglo XIX fueron:
La «BIBLIOTECA COMPLETA DEL GANADERO Y AGRICULTOR», Año 1842, por Nicolás Casas, catedrático en el Colegio de Veterinaria y socio de varias corporaciones científicas. Una verdadera cartilla pecuaria que trata, entre otros muchos temas, sobre los perros y las merinas.
«EL CULTIVADOR», periódico de agricultura y economía rural, publicado bajo los auspicios de la Junta de Comercio de Barcelona entre 1848 y 1851, y dirigido por el catedrático de Agricultura práctica Jaime Llansó, que trata el tema «perro de pastor o de ganado y de sus utilidades»
«CASA RÚSTICA» de 1840, subtitulado «nueva guía manual de todas las ciencias y artes pertenecientes a los habitantes del campo», que trata entro otros temas de la utilidad de los perros para los pastores.
«GRANJA», publicada entre 1850 y 1855, sobre agricultura y biblioteca rural, órgano oficial de las Juntas provinciales de Agricultura de Barcelona y Gerona, con el apartado «El perro del pastor; su educación e instinto»
«LA ILUSTRACIÓN» Periódico universal. Dirigido por Ángel Fernández de los Ríos. Madrid, 1849-1857 con varios textos sobre el perro de pastor.
«TRATADO DE LA CRÍA» Sobre la crianza de la oveja, cabra, cerdo, perro y conejo. Por Nicolás Casas, catedrático de fisiología en el Colegio de Veterinaria. Madrid, 1844
«GANADO VACUNO, LANAR Y DE CERDA», por el Conde de Ramsault, publicado en «El agricultor español», 1851, Boletín oficial del ministerio de Fomento, con un capítulo sobre el perro del pastor, describiéndose «una raza especial, que tiene el instinto de hacer ejecutar ordenadamente a un rebaño todos los movimientos que son necesarios».
Varios escritos de Antonio Santos Ramírez, catedrático de la Escuela Superior de Veterinaria, recogidos en un libro de 1852 como «Perro de pastor o de ganado y de sus utilidades»
Era por tanto inaceptable que los fundadores de la RSCE no tuviesen ningún celo en seleccionar las razas caninas de pastoreo españolas. Claro que su verdadera afición era la cría de palomas de fantasía. El texto que reproduzco a continuación apareció publicado en «El agricultor español» en la temprana fecha de 1850 y ya da testimonio de la importancia que para nuestro país tendría la selección de perros de pastoreo y la preocupación sobre la necesidad de estos animales.
TEXTO PUBLICADO EN «EL AGRICULTOR ESPAÑOL» EN 1850
La Francia, la Inglaterra, la Alemania, cada país tiene sus perros de ganado de diversas razas, unos sirven para guardar y proteger exclusivamente las ovejas contra los ataques del lobo, y otros para mantener el orden en el rebaño o impedir que entre en los sembrados; los primeros son fuertes, valerosos y de energía, mientras que los segundos se distinguen por su docilidad, , cualidades intelectuales y actividad. Este último perro es el que se encuentra sobre todo en Inglaterra y en muchas partes de la Francia, y sin embargo que allí se confía a varias razas el guardar el ganado, hay una particular, que por su instinto y grande obediencia se emplea en primer lugar. Este perro es de mediana alzada, de cráneo muy desarrollado, de orejas cortas y derechas, hocico afilado, cuerpo y cola muy guarnecido de pelo largo y lanoso, de color negro algunas veces, con manchas blancas; en fin, su exterior es desagradable, pero su instinto es tan extraordinario, que la voz sola del pastor basta para que haga ejecutar al rebaño todos cuantos movimientos se le manden. Así es que los pastores ingleses o franceses, por medio de lo bien adiestrados que tienen a sus perros, conducen con facilidad por sendas estrechas en medio de sembrados, rebaños de doscientas hasta quimistas cabezas; sin que por eso ninguna res paste al paso más que lo que les sea permitido; y si no fuera así, sería ya, en particular a la Francia, imposible el mantener ganado lanar, pues en un país en donde las fincas ruticas están tan divididas las tierra sede cultivo como las de pastos tan multiplicadas, y siempre intercaladas unas en otras, sería utilizar las siembras únicamente para beneficio de la ganados sin el agricultor francés no hubiese buscado de antemano el medio de sujetar a su capricho cada animal de su rebaño.
Estas necesidades han hecho dedicarse con esmero a varios pastores en adiestrar cada cría más y más sus perros de ganado, reconociendo en la raza que nos ocupa en este artículo, más inteligencia que en ninguna otra; su actividad a toda prueba, instinto natural y cierto apego a vivir con ese ganado lanar, han dado definitivamente después de varios ensayos la preferencia a esta raza, a pesar de ser la más fea de toda la familia canina; notando desde luego que en los animales también se transmite de padres a hijos hasta la capacidad intelectual, por lo que en Francia se tiene el mayor cuidado para no emparejar a esta raza otros perros que los individuos más sobresalientes en las cualidades requeridas para el ganado lanar. Y efectivamente todos los esfuerzos del hombre han sido coronados del mejor éxito en cuanto al dicho perro, pues sus calidades morales, si se puede decir así, han llegado a tal extremo, que hay más de un cultivador inglés y francés que, para toda la conducción de su ganado, no tiene más que uno o dos perros sin pastor alguno.
Un perro de nuestra propiedad costó en el año 1837, en el Languedoc, doscientos francos a la edad de un año, pero ya adiestrado, su precio general es de cien hasta trecientos francos ya de un año de edad; lo de uno a tres años meses valen de veinte a cincuenta francos.
En cuanto a España, a parte de algunas localidades especiales, sus animales están demasiado expuestos a los lobos para confiar al perro de pastor francés su empleo; pero juntándolos con las razas fuerte y enérgicas que se emplean aquí para este destino, no dejaría de ser útil y convenir a los intereses del ganadero; pues en los terrenos quebrado tendría el rebaño más reunido; pocos o ningún animal se extraviarían, y mientras el perro francés ayuda al pastor al gobernar y dirigir el ganado, los actuales servirían para proteger y defender el rebaño, siendo evidente que de este modo la vigilancia se haría mejor y con menos gastos, pues en tal caso no se necesitarían tantos pastores como ahora.

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